Me he convertido en un asiduo visitante de las salas de espera,
Reconozco su olor, el número de cerámicos en el piso, el color de sus paredes y puertas.
Sé de la forma en que se saludan sus secretarias y sus nombres…
El tiempo se vuelve generoso en estos espacios y los pensamientos también.
Pienso en los momentos previos a la entrevista,
Las preguntas que formularé y la forma en cómo lo haré,
La disposición de mi cuerpo es de resignación para empaparme de lo que me digan…y aprender.
Siento que la cuerda de la vida se afloja y encoje.
En esta sala de espera, todos tienen algo que decir,
Sus miradas no transmiten enfermedad,
Ni sus cuerpos emanan olor a cáncer.
Me siento al lado de la puerta de la sala de quimio,
Observo…las personas no entran derrotadas,
Muy por el contrario, las veo con la disposición a inhalar un respiro de vida.
El proceso de la quimio es fuerte y molesto,
Pero ellos se entregan a la esperanza de los resultados.
Me explicaron que son sustancias químicas que no discriminan…
“matan lo bueno y lo malo”, pero es increíble descubrir rostros sonrientes y abiertos ¡MARAVILLOSOS!
Si pudiera verme a mi misma, sé que vería en mis ojos incertidumbre,
Porque quiero respuestas, ¿cómo se irá a sentir con la radioterapia?
¿duele?, ¿cuánto tiempo?.
Y así tengo mi cabeza toda, pensando en ello.
junio 30, 2007
junio 16, 2007
Carcomida Traición
Y es que tenía que reconocer este momento caprichoso,
eliminar los velos que cubren tu vestidura, para descubrir tu real desnudez.
Es que tengo que cruzar el caudaloso río de tus mentiras,
para comenzar a adentrarme en tu verdad.
Mi vida ya no basta para tanta miseria junta,
mi transparencia te delatará, no hay mal que dure cien años,
tú tampoco lo podrás aguantar.
Y soñaste con un retoño de tu estirpe,
de jinete bárbaro sólo la lanza te quedó,
aquella con la que dañas las vidas ajenas,
sin tener ninguna compasión.
Debí hacerle caso al presentimiento,
a tiempo estaba de no brindar el corazón,
pero la emoción aturde a la razón, obviando al certero pálpito.
Hombre añoso de mentiras,
tu estela en mi vida dejarás, dolorosa, intrincada una herida he de adicionar,
y este cúmulo de cicatrices imperfectas me harán más cautelosa
al penetrar en la mirada cándida de los hombres,
en las orquestas que ten hacen danzar.
Me desharé de este grito ahogado,
que hasta las viseras me enciende, con una fiebre apesumbrada,
con olor a muerto, cadáver desenterrado desde hace algún tiempo.
Me desharé de esta plaga de termitas, que se alimenta de mi cuerpo por dentro,
devastando lo que encuentra a su paso,
esta plaga sabe hacerlo.
Y entraré en estado de latencia, para ser larva de invierno,
queriendo cambiar la piel romperé mi capullo sin saberlo.
Entonces habrán pasado las estaciones tristes,
mi letargo no me dejará verlo,
abriré los ojos en primavera con la pereza de haber dormido un gran sueño.
Se resentirán las carnes y los huesos,
los doloridos cartílagos ostentarán su momento.
Andaré de a pasos pequeños en inevitables intentos
y seré vida que se abre a una nueva vida.
Dios habrá oído mi lamento,
me sentaré en primavera a llorar mi última historia,
este será su entierro.
Partiré tan distante como pueda, a un lugar desconocido,
en otro universo y ventilaré mis historias,
haber si así las transformo en cuento.
Pueden ser odas y novelas, yo elegiré su género.
Mientras iré por los caminos de los hombres,
desconfiando y muriendo, poniendo en duda cada palabra,
eso debo agradecértelo.
Caminaré intentando no dar tropiezos con vidas marcadas de lamentos,
intentaré ser solidaria sin involucrarme con sus deseos.
Fuiste el huérfano que acogí en mi regazo,
el moribundo que acepté en mi hogar,
te di calor y abrigo, con esta moneda me viniste a pagar.
eliminar los velos que cubren tu vestidura, para descubrir tu real desnudez.
Es que tengo que cruzar el caudaloso río de tus mentiras,
para comenzar a adentrarme en tu verdad.
Mi vida ya no basta para tanta miseria junta,
mi transparencia te delatará, no hay mal que dure cien años,
tú tampoco lo podrás aguantar.
Y soñaste con un retoño de tu estirpe,
de jinete bárbaro sólo la lanza te quedó,
aquella con la que dañas las vidas ajenas,
sin tener ninguna compasión.
Debí hacerle caso al presentimiento,
a tiempo estaba de no brindar el corazón,
pero la emoción aturde a la razón, obviando al certero pálpito.
Hombre añoso de mentiras,
tu estela en mi vida dejarás, dolorosa, intrincada una herida he de adicionar,
y este cúmulo de cicatrices imperfectas me harán más cautelosa
al penetrar en la mirada cándida de los hombres,
en las orquestas que ten hacen danzar.
Me desharé de este grito ahogado,
que hasta las viseras me enciende, con una fiebre apesumbrada,
con olor a muerto, cadáver desenterrado desde hace algún tiempo.
Me desharé de esta plaga de termitas, que se alimenta de mi cuerpo por dentro,
devastando lo que encuentra a su paso,
esta plaga sabe hacerlo.
Y entraré en estado de latencia, para ser larva de invierno,
queriendo cambiar la piel romperé mi capullo sin saberlo.
Entonces habrán pasado las estaciones tristes,
mi letargo no me dejará verlo,
abriré los ojos en primavera con la pereza de haber dormido un gran sueño.
Se resentirán las carnes y los huesos,
los doloridos cartílagos ostentarán su momento.
Andaré de a pasos pequeños en inevitables intentos
y seré vida que se abre a una nueva vida.
Dios habrá oído mi lamento,
me sentaré en primavera a llorar mi última historia,
este será su entierro.
Partiré tan distante como pueda, a un lugar desconocido,
en otro universo y ventilaré mis historias,
haber si así las transformo en cuento.
Pueden ser odas y novelas, yo elegiré su género.
Mientras iré por los caminos de los hombres,
desconfiando y muriendo, poniendo en duda cada palabra,
eso debo agradecértelo.
Caminaré intentando no dar tropiezos con vidas marcadas de lamentos,
intentaré ser solidaria sin involucrarme con sus deseos.
Fuiste el huérfano que acogí en mi regazo,
el moribundo que acepté en mi hogar,
te di calor y abrigo, con esta moneda me viniste a pagar.
junio 10, 2007
La Plegaria
Señor golpeé tu puerta tantas veces implorando cordura,
hablé con mi corazón en la mitad de mi pena y él no contestó.
Quise perder la vida y dejar de creer en mi raza aguerrida.
La tristeza con latigazos húmedos curtió mis venas
y el dolor visceral se hizo permanente,
y el sollozo fue comida nocturna que a mis labios lastimó.
¿Cuántas batallas perdidas buscándote?
¿En cuántos rostros creí ver tu mirada?
¿En cuántos labios se confundieron sonrisas y palabras?
Yo quería ser de uno sólo y que mi vida en su corazón se hipotecara,
pero la multitud nos esperaba y tu destino y el mío,
marcados por larga espera...marcados vagaban.
Tanto dolor amor mío, tanto abandono será que basta,
¿será que es suficiente para recibir tanta felicidad?
Tanta que se atora en mis pechos y mis manos,
que hasta estos quisieran estallar.
Y es tu belleza, antítesis de esta piel condimentada por el sol,
la que amo hasta no alcanzar el sosiego...
A la luz de la naturaleza perfecta,
nuestras extremidades se regalan y se brindan abrazo eterno
del que no me quiero despojar.
Este amor alado es brebaje,
poción de amor descontrolado,
que de encima no me he de quitar.
hablé con mi corazón en la mitad de mi pena y él no contestó.
Quise perder la vida y dejar de creer en mi raza aguerrida.
La tristeza con latigazos húmedos curtió mis venas
y el dolor visceral se hizo permanente,
y el sollozo fue comida nocturna que a mis labios lastimó.
¿Cuántas batallas perdidas buscándote?
¿En cuántos rostros creí ver tu mirada?
¿En cuántos labios se confundieron sonrisas y palabras?
Yo quería ser de uno sólo y que mi vida en su corazón se hipotecara,
pero la multitud nos esperaba y tu destino y el mío,
marcados por larga espera...marcados vagaban.
Tanto dolor amor mío, tanto abandono será que basta,
¿será que es suficiente para recibir tanta felicidad?
Tanta que se atora en mis pechos y mis manos,
que hasta estos quisieran estallar.
Y es tu belleza, antítesis de esta piel condimentada por el sol,
la que amo hasta no alcanzar el sosiego...
A la luz de la naturaleza perfecta,
nuestras extremidades se regalan y se brindan abrazo eterno
del que no me quiero despojar.
Este amor alado es brebaje,
poción de amor descontrolado,
que de encima no me he de quitar.
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