La miró a los ojos detenidamente,
quiso decir mil cosas a la vez,
pero sólo pudo esbozar una: tiempo
y sus labios se sumieron en profundo silencio,
como para no contarlo.
Ella le ignoró, como si de sus labios
no hubiese salido nada.
Seguramente no necesitaron hablar.
El tiempo se hizo presente, pasado y futuro.
Las dimensiones son distintas para quien
nace, vive y muere.