febrero 28, 2007
Las obras de mi hija
Yo te contemplo silenciosa el sigilo con el cual Isidora va creando universos, son seres de otros planetas, lejanos, recónditos, esos que sólo encuentra en sus sueños, con los cuales juega e inventa.
Ser cómplice de su aventura es todo un desafío, debo imaginar seres con un ojo, con tres manos y que vuelan sobre los océanos. Todos son buenos y mágicos a la vez, son una mezcla de hadas y leyendas que sólo ella me hace saber.
Amo infinitamente la mezcla de los colores que estampa en sus creaciones. Le encanta hacernos parte de su obra, diciéndonos que necesita nuestra aprobación y en su gran generosidad crea un dibujo para cada uno, es una forma de hacernos saber que todos somos especiales para ella.
Veo sus manitos pequeñas que empuñan lápices de cera y de madera o que se bañan de témpera y bailan como golondrinas sobre las hojas, sin tener márgenes ni restricciones para expresarse. Cuando la veo tan completa y extasiada en su intento, quisiera volver a sentirme pequeña, donde lo más maravilloso que podría hacer en un día era un regalo para mi viejo, sin preocuparme como hoy de la hora, del trabajo o el nuevo compromiso adquirido con el amigo de mi suegro.
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