Hace un tiempo que no he escrito, el trabajo me tiene muy ocupada y las preocupaciones por la salud de mis hijos, aunque no es nada más que gripe lo que han tenido, me han dejado con más de una noche entrecortada, lo cual suma cansancio.
El jueves 02 de agosto recibí un llamado de un gran amigo, estaba feliz de recibir aquel llamado ya que estaba a la espera de que anunciara el nacimiento de su 2do hijo...Alonso, pero en lugar de ser una llamada para conmemorar su nacimiento, fue un momento íntimo para hablar de su apresurada partida.
Alonso no alcanzó a conocer la luz del día, sus ojitos nacieron dormidos y siendo tan bello e inocente, su cuerpo fue cargado por sus padres sin poder reconocerlos.
Lloré profundamente en una situación que me desencontraba el alma, estaba yendo a una fiesta, el aniversario de la empresa en la cual trabajo y en el trayecto mi corazón se encogía por la partida del retoño.
Claudio, como se llama mi amigo, me daba una serie de explicaciones con relación a por qué Alonso había emprendido un viaje con tanta premura. Me señaló que claramente él tuvo una enseñanza importante que entregarle a la vida de su familia y que Dios no le daría una prueba de esa magnitud si no fueran capaces de superarla.
Por muchos días me pregunté cómo hubiese afrontado una experiencia como esa y no tengo ninguna clase de explicación, porque no deja de afligirse mi corazón y mi cuerpo cuando pienso en Alonso.
Innevitablemente no puedo dejar de colocarme en los zapatos de Beatriz, pienso en su mirada perdida, en las manos sobre el vientre vacío, las preguntas sin respuestas, el llanto atragantado, las ganas de gritar y de explicase por qué a ella? sin encontrar más que silencio a su alrededor o gente diciendo que lo siente ¡qué lo sienten! ¡qué sienten! si no lo ha vivido, si son sus pechos los que siguen dado leche sin tener a quién amamantar, si no es su cuerpo el que se mantiene irreverente frente al paso de un ser que ha dejado su huella.
Yo no pude decir lo siento, sólo le dije que cuenten conmigo, que estoy para escuchar y escuchar cuanto sea necesario.
La respuesta en mi corazón a este evento en la vida de Claudio y Betty es que el azar jugó una mala pasada, que las casualidades existen y que sencillamente esta vez les tocó a ellos, también siento que Dios ha recibido a ese maravilloso ser y que está más cómodo que todos nosotros juntos, cláramente algo tenía que venir a enseñarnos.
¡Qué duro que siempre tengamos que aprender a través de experiencias asociadas al dolor o a la pérdida!
Simplemente...hoy están buscando la mejor manera de decirle adiós a Alonso.
3 comentarios:
Alguien diría que esos padres no han tomado plena conciencia del drama que viven, pero ese alguien desconocería el fondo espiritual que poseen ellos, quienes sin duda, llevan el dolor muy dentro.
Como te ha comentado alguna vez Alicia Montero, siempre hay algo detrás de una muerte y es posible que Claudio y Beatriz tengan bendición en cuanto a poder entender un poco mejor que la mayoría, esta desgracia.
Esta experiencia que cuentas, me llevó a recordar cuando yo llevaba pocos años casado y ya había sido padre por primera vez. Descansando una tarde, oí esa hermosa canción de Juan Carlos Baglietto Era en abril que relata la historia de unos padres que pierden a su chiquito "que danzaba", lo puedo decir ahora, lloré un rato y fui a la pieza de Panchita que dormía su siesta y la abracé, tuve suerte o mejor dicho, la bendición de comprobar que estaba bien y, que aún Dios hoy, me permite tenerla.
Me uno a Claudio y Beatriz para desearles que sigan confiando en Dios. Que la vida les de nuevas oportunidades para traer un nuevo ser que ilumine sus días.
Un abrazo.
Mi padre es el que posteó recién, me emocioné con los dos relatos. No tengo hijos pero lo mas cercano a algo doloroso ha sido la muerte abrupta de el padre de mi mejor amiga. El dolor inmenso que viví, las lágrimas que derramé sin sentido, ¿que fue lo peor? el no poder decirles que las entendía. Decidí decirles lo mismo que tú les dijiste, es que en esos momentos de tanto dolor, no haces otra cosa más que prestarle toda la ayuda de tu parte. Hasta el día de hoy me duele la perdida de tan maravilloso ser, con una sonrisa alegre. Lo poco que lo conocí me dejó más que buenos recuerdos.
La mejor actitud que s epuede tomar en estas dificiles situaciones es estar incondicionalmente a su lado, hacerles saber que estás ahi.
Bello blog, me di un paseo por varios de tus escritos y me parecieron llenos de sentimientos, creo que te tendré en mis lecturas de interés...te invito al mio algún día que tengas un tiempo http://totora.blogspot.com
Saludos
Sol
Me has hecho entrar en la pena dulce y profunda; la acción transcurre distante y aun así mi pecho se contrae.
Que penas de mi historia moviliza esta historia, no lo se. No me explico de otra manera esa sintonización con el dolor.
Dale a esos padres un saludo y diles que he sentido con ellos algo de su dolor.
Abrazos.
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