mayo 15, 2008

Decisiones

Decidí que hoy es un buen día para decir lo que siento.
Decidí también que me pueden llamar de distintas maneras y seguir siendo yo misma.
Decidí que es un excelente momento para elevar una plegaria por aquellos que no están en vida, pero que sí permanecen vivos en el espíritu.
Decidí darme cuenta de que tengo más amigos de los que el resto puede tener, y que son buenos, y que además no tengo enemigos.
Decidí entender que la vida es más simple de lo que uno cree y que a veces se complica, pero que esto no es para siempre.
Decidí internalizar que el dolor es un proceso de aprendizaje que no termina nunca y que los sacrificios dan frutos sabrosos que hay que saber paladear.
Decidí reconocer en los otros su bondad y no sus defectos, con ello compensar lo malo que puedan percibir de mi.
Decidí compartir mi pobre poesía, que no es pobre por falta de riqueza sino pobre por humildad.
Decidí mirar siempre a la cara y encontrar en lo profundo de la mirada del otro mi propio yo.
Decidí permitirme dudar y reestablecer la confianza, para así alcanzar la reconciliación.
Decidí entender que un tropiezo, no es un fracaso y que después de éste, existe la posibilidad de reinvidicarse.
Decidí perdonar al que me ofende, porque simplemente no tuvo la intención de hacerlo o simplemente lo mal interpreté.
Decidí darle la oportunidad al otro de defenderse cuando se sintió agredido y pedirle perdón.
Decidí que con Dios hay ley y que ella más temprano que tarde se cumple.
Decidí hacer de mi vida un ejemplo, no para lo otros, sino para mi misma.
Decidí que no puedo esperar de los demás, aquello que yo haría por ellos, porque no son yo.
Decidí que amar no implica condición y que amo desenfrenadamente, aunque eso signifique sufrir en algún momento, porque lo que se ama, si bien se puede dejar de amar, siempre habrá construido un espacio positivo en mi interior.
Decidí que escribir es mi proceso catártico y que en mi existencia sin él no sería yo.