marzo 31, 2007

Funerales de Verano

Hurgo en la confusión del momento que me aqueja.
Camino por el estrépito del colorido infernal,
lo acompaña tu recuerdo.
El cementerio del olvido se encuentra solitario,
tu lápida lejana aún, para hacer lectura del epitafio.

Distantes y lentos pasos
pausan el encuentro con el dolor,
matan uno a uno la memoria
del detalle que un día incierto
develó la mayor satisfacción.

Se acerca el momento del encuentro,
tenebroso silencio, acompaña la desolación…
Flores rojas poso sobre tu tumba,
dos mil lágrimas y una canción,
la última que bailamos juntos,
aquella que nos unió.

Escarbaría la tierra para obtenerte,
entregándote mi último aliento bañado en sudor,
pero tú no estás en el nido de tierra,
yo te enterré en mi imaginación.

Así profunda me niego a que tu cuerpo,
lleno de candor cobre vida,
a que otra con su piel, te llene de placer,
a que no sean mis extremidades las que se acoplen a tu cuerpo,
a que sea otra cualquiera la que te alimente mi bien.

Desgarro un grito de alarido,
frente a tu tumba le pido al cielo,
¡Misericordia por Dios!
¡desgárralo de mi alma te lo pido!
¡sácamelo del cuerpo!… por favor,
¡mutila mi memoria una y mil veces, si es necesario!
¡retíralo de mi alma Señor!

Si tú no lo has muerto,
si continúa viviendo y yo también,
hazme saber que puedo vivir sin él,
regálame el favor de no llorar más
a quién se ha ido.

3 comentarios:

Kanelo dijo...

Su:

No he cruzado saludos en los pasillos de nuestra empresa contigo ¿tiene importancia? como diría Gabriel .... ¡Ufff que pluma!.

Cuando uno tiene esta linda oportunidad, a través de los blogs de encontrar talentos como el tuyo, siente que va descubriendo y rescatando nuevas cosas desde dentro de uno, muchas de ellas dormidas a través de los años.

Absolutamente desgarrador fue esta vez. Quizás cuántos, en momentos de tan gran dolor, se sentirían identificados con tus palabras.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Su...
tus palabras me dieron en el alma, hace 21 años enterré a un hombre amado, y lloré como tú sobre la tierra, una flor... sólo una flor dejé sobre su cuerpo inerte, y mi promesa de seguir viviendo. Hoy renovada miro atrás y tu voz me alcanza para decirme que no hay olvido y aunque ya no hay dolor, nunca muere el amor. Un abrazo de hermana en el silencio.
CG

Thérèse Bovary dijo...

Susana, qué curioso todo esto. Sucede que durante todos estos días de Semana Santa he soñado con mi padre, a quien veo morir en capítulos. Cuando me abandono al descanso en la siesta o a la noche siguiente, el mismo sueño aparece y la historia continúa.

Es muy curioso: despertar hoy, ver tu mensaje, venir a tu casa y encontrar este poema... ¿Extraño, verdad?

Lo cierto es que me encuentro contigo y, lo primero, tu poema... ¿Tú crees en las casualidades?
Yo no.
Sí creo en las causalidades.

Pasaré más seguido por aquí

Mis cariños y felicitaciones por la intensidad de tu palabra poética.