junio 16, 2007

Carcomida Traición

Y es que tenía que reconocer este momento caprichoso,
eliminar los velos que cubren tu vestidura, para descubrir tu real desnudez.
Es que tengo que cruzar el caudaloso río de tus mentiras,
para comenzar a adentrarme en tu verdad.

Mi vida ya no basta para tanta miseria junta,
mi transparencia te delatará, no hay mal que dure cien años,
tú tampoco lo podrás aguantar.

Y soñaste con un retoño de tu estirpe,
de jinete bárbaro sólo la lanza te quedó,
aquella con la que dañas las vidas ajenas,
sin tener ninguna compasión.

Debí hacerle caso al presentimiento,
a tiempo estaba de no brindar el corazón,
pero la emoción aturde a la razón, obviando al certero pálpito.

Hombre añoso de mentiras,
tu estela en mi vida dejarás, dolorosa, intrincada una herida he de adicionar,
y este cúmulo de cicatrices imperfectas me harán más cautelosa
al penetrar en la mirada cándida de los hombres,
en las orquestas que ten hacen danzar.

Me desharé de este grito ahogado,
que hasta las viseras me enciende, con una fiebre apesumbrada,
con olor a muerto, cadáver desenterrado desde hace algún tiempo.

Me desharé de esta plaga de termitas, que se alimenta de mi cuerpo por dentro,
devastando lo que encuentra a su paso,
esta plaga sabe hacerlo.

Y entraré en estado de latencia, para ser larva de invierno,
queriendo cambiar la piel romperé mi capullo sin saberlo.
Entonces habrán pasado las estaciones tristes,
mi letargo no me dejará verlo,
abriré los ojos en primavera con la pereza de haber dormido un gran sueño.


Se resentirán las carnes y los huesos,
los doloridos cartílagos ostentarán su momento.
Andaré de a pasos pequeños en inevitables intentos
y seré vida que se abre a una nueva vida.
Dios habrá oído mi lamento,
me sentaré en primavera a llorar mi última historia,
este será su entierro.

Partiré tan distante como pueda, a un lugar desconocido,
en otro universo y ventilaré mis historias,
haber si así las transformo en cuento.
Pueden ser odas y novelas, yo elegiré su género.

Mientras iré por los caminos de los hombres,
desconfiando y muriendo, poniendo en duda cada palabra,
eso debo agradecértelo.
Caminaré intentando no dar tropiezos con vidas marcadas de lamentos,
intentaré ser solidaria sin involucrarme con sus deseos.

Fuiste el huérfano que acogí en mi regazo,
el moribundo que acepté en mi hogar,
te di calor y abrigo, con esta moneda me viniste a pagar.

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