junio 10, 2007

La Plegaria

Señor golpeé tu puerta tantas veces implorando cordura,
hablé con mi corazón en la mitad de mi pena y él no contestó.
Quise perder la vida y dejar de creer en mi raza aguerrida.

La tristeza con latigazos húmedos curtió mis venas
y el dolor visceral se hizo permanente,
y el sollozo fue comida nocturna que a mis labios lastimó.

¿Cuántas batallas perdidas buscándote?
¿En cuántos rostros creí ver tu mirada?
¿En cuántos labios se confundieron sonrisas y palabras?

Yo quería ser de uno sólo y que mi vida en su corazón se hipotecara,
pero la multitud nos esperaba y tu destino y el mío,
marcados por larga espera...marcados vagaban.

Tanto dolor amor mío, tanto abandono será que basta,
¿será que es suficiente para recibir tanta felicidad?
Tanta que se atora en mis pechos y mis manos,
que hasta estos quisieran estallar.

Y es tu belleza, antítesis de esta piel condimentada por el sol,
la que amo hasta no alcanzar el sosiego...
A la luz de la naturaleza perfecta,
nuestras extremidades se regalan y se brindan abrazo eterno
del que no me quiero despojar.

Este amor alado es brebaje,
poción de amor descontrolado,
que de encima no me he de quitar.

2 comentarios:

Gabriel Bunster dijo...

Me encanta tu poema
tan intenso en emociones
tan contrastante
que sensibilidad por Dios
sigue escribiendo por favor.

Aunque tan pocos te comenten.

Anónimo dijo...

Su: leí entre lágrimas tus palabras, me desgarraste el alma, quizás el resultado de un día cargado de emociones y dudas. Me identifiqué tanto con ellas, que fue como si yo misma las hubiera espacido... qué dolor más intenso y compartido...
Que tu plegaria sea recibida y sea replicada con amor... es mi deseo y mi petición.
CG